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6/26/2012

Puesta en escena

Cargando un poco de MI mundo...

Las personas poseemos un dote de actuación maravilloso, nos plantamos frente al escenario de la vida y sonreímos para que las demás personas noten que en nosotros abunda la alegría y la paz, incluso aunque nuestra vida esté llena de tormentas y malos encuentros.

Leía a Mario Beneddeti en "Primavera con una esquina rota" algo acerca de las máscaras, él a veces confiaba firmemente en que la expresión de esas máscaras cambiarían, pero no era así, seguían iguales, intactas, hasta que alguien más las dejaba en el olvido y quedaban exterminadas para siempre, nunca me lo había planteado de esa forma hasta que me tocó presentarme ante un exigente público.

En la secundaria tuve clases de Educación Artística, dentro del curso tuvimos un bimestre de teatro, teníamos que repetir una frase y dramatizarla con diferentes sentidos, tonos y movimientos. Era divertido porque al final toda la clase terminaba riendo, pero si te concentrabas y entrabas en tu papel, los demás guardaban silencio y te ponían la atención debida; muchos incluso creían lo que estabas haciendo y respetaban tus dotes artísticos.

Ejercemos tal poder en el público que no me sorprendería al conocer los dones de cada uno, son únicos. Esos dotes son empleados en las situaciones adversas de la vida, no nos queremos sentir derrotados ante los demás y entramos en un papel de actuación increíble. Nos volvemos los protagonistas de la puesta en escena de nuestra vida y empezamos a llevar un rol magnífico, donde todo parece perfecto, donde nada nos afecta y donde podemos continuar sin que nada ni nadie nos detenga, porque sabemos el final de la obra, todo saldrá bien, porque conoces la obra y porque debe tener un final feliz, al fin y al cabo eres el protagonista.

Pero siempre algo sale mal en nuestra obra, un antagónico imperfecto que no planificamos porque ni nosotros mismos somos los directores de la puesta en escena, en este drama somos los actores imperfectos que llevamos ante el público nuestra propia vida. No hay aplausos ni vitoreo, no hay quién se detenga a pensar si las líneas que expusiste en cierta situación de la vida son las correctas para que la obra continúe así, el público observa y sabe que tú no estás solo en ese escenario.

Solo tus compañeros actores tienen derecho a corregir ciertos diálogos, por debajo del agua intentan capturarte y hacerte ver el error, pero ya interpretaste tu papel y has dejado de ser tú, consigues compenetrar tan bien en tu personaje que te has olvidado de quién eras. Te volviste el guionista perfecto, te aprendiste tan bien los diálogos que sabes contestar perfectamente un "bien" a un "¿Cómo estás?" un "Estoy feliz" a un "Te veo algo cansado".

Eres el actor perfecto, pero el humano imperfecto.

Lo sabes bien y lo reconoces, ni siquiera sabes cómo aprendiste a hacerlo. Nunca es bueno llevarte un papel falso a la vida real, aunque aparentemente sea una puesta en escena, aunque te contradigas los principios, siempre tienes que ser tú. Deja a un lado todo ese vestuario y esa caracterización perfecta, aprende a aceptarte y a reconocer que no estás bien, que no estás feliz, pero que puedes estarlo y puedes serlo.

Y en teoría no sé nada de teatro y no sabré lo suficiente, pero sé que tú y yo también actuamos.

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